De las impertinentes
frases y canciones repetidas,
fugaces como
pegajosas
me deshago en las
tardes de verano.
Cuando entra el sol
por cada resquicio
de persiana, y de
ventana.
Y la tarde es
demasiado larga.
Hagamos algo que nos
eleve, nos distraiga
nos haga pareja,
amigos, pacientes, vivos.
De los inexpugnables
mandatos y firmes reproches
candentes como hielo
en mano
líbrame batalla.
Que no quiero que la
tarde se disfrace de
solsticio de
invierno ni de hoguera de San Juan.
Que no quiero
décadas, ni paseos,
tampoco la boca
reseca, el contoneo monótono del vapor.
Líbrame también de
verdades y mentiras
de credos
persiguiéndome como espías.
Déjame ser hoy
fuente,
mañana sequía.
Déjame soledad de
pasillo
pero escuadrón de
noche
Déjame con tantos
adjetivos como antónimos,
con tantos sufijos
como mentiras.
Cuántas veces al
día rectificas.
Ahora que la tarde
crece, TENGO que hacer algo,
aunque sea una
madeja con el pelo,
subrayar un libro,
tachar palabras de una lista
algo que cumpla
todos los requisitos
si puede ser
sin adjetivos ni
sufijos que lo incriminen
Cuántas veces al
día rectificas.
Fumo porque las
tardes son largas y los días cortos
y las personas lejos
y los amores sordos
Fumo porque no sabes
si estoy o si ya me he ido
Fumo por la casa
blanca, rota
por el suelo
caliente y la lluvia sea.
Fumo como si el
cigarro se apagara, olvidado
Fumo porque bebo,
bebo porque extraño
todo lo que tengo.
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